Chickens

Por fin llegamos al último de los partidos contra los equipos punteros de la liga. Lo malo es que era contra el ganador de las últimas dos ligas. 

A la hora del partido nuestros rivales sólo contaban con 4 efectivos. Llegaron 2 más, con lo que pudimos empezar el partido, aunque con algo de retraso. 

El partido comenzó como los últimos, con nuestros equipo derrotado antes de salir a pista. Juventud la Siesta no contaba con sus jugadores más conocidos, pero parece que su sólo nombre era suficiente para que nosotros salíesemos a pista ya derrotados. En estos primeros minutos nos destrozó el juego de Páez, su jugador número 13. Cogió rebotes y convirtió en canasta cada balón que cayó en sus manos.

En el segundo cuarto, pusimos mucho más coraje. Poco a poco el partido se fue igualando, e incluso comenzamos a imponer nuestro ritmo. Juventud La Siesta, muy corto de efectivos, no podía mantaener un nivel muy exigente, y nosotros comenzábamos a hacerle daño. Desde este cuarto, y hasta el final, su jugador 5, López, se convertiría en su principal arma ofensiva, con su velocidad conseguía anotar en contragolpes lo que ya no conseguían anotar en estático.

El tercer cuarto comenzó con algunos de los mejores minutos de los Chickens en esta temporada. Sin duda el mejor Óscar, acompañado de un increíble Chaqui, que robaba todo balón que se acercaba a sus dominios, un desconocido José Ramón, que llevaba 2 asistencias en toda la temporada y que llegó a 6 en sólo este partido, y el siempre seguro Ramón, que se mantenía en sus números, consiguieron que reducir la desventaja hasta 6. En este momento La Siesta se vio obligado a pedir tiempo, y cuando volvieron al campo se pusieron las pilas. Un par de contragolpes volvieron a alejar a nuestros rivales. A final del cuarto la desventaja era de 12.

El último cuarto comenzó con La Siesta mandando en el juego, y continuó con un nuevo arreón por nuestra parte, que sólo consiguió contrarrestar el inicio de cuarto. Al final se mantuvieron los 12 de desventaja.

Nos quedamos con la sensación de que si hubiésemos salido con más fe en nosotros a principio de partido, podríamos haber puesto en verdaderos aprietos a nuestro rival, y hablamos de un rival que aún no conoce la derrota en la liga. Eso es mucho decir.